Boogie, el aceitoso (2009) fue una historieta argentina de los años setenta que, según su creador Roberto Fontanarrosa, parodiaba a la película Harry, el sucio (Dirty Harry, 1971), con Clint Eastwood.
Esta tira, que pasó los límites del país, mostraba las aventuras de un mercenario que fue soldado en Vietnam. Consigo estas historias traían chistes de tono negro referidos al egoísmo, al machismo, a la violencia y al racismo de su personaje apoyado en su frialdad natural. La película de esta creación argentina sirve para mostrar un argumento que da pie a eso: un mafioso que contrata a otro asesino a sueldo para que mate a una testigo. Boogie la protege y va en busca de recuperar el puesto número uno del listado del los mejores mercenarios que cree haber perdido.
Pensada para cines comunes y desarrollada, luego, también para salas 3D, Boogie… apunta al público adolescente como adulto claramente por su humor y violencia. Pero a los pocos minutos, el film empieza a divagar cuando repite la misma estructura de chistes, descartando, así, sorpresas de gracia alguna y motivando cierto aburrimiento. Si uno ve el tráiler, se reirá, pero si ve los ochenta minutos de historia, le costará digerirla, se alejará de la atención que merecía tener. Todo por ser, demasiado fiel a una historieta que leerla demanda muchos menos tiempo.
Las voces de Pablo Echarri y Nancy Duplaá pueden molestar, chocar, al principio porque uno la relaciona con trabajos anteriores de estos actores, como El desvío (1998) y Apasionados (2002), y por la forma de hablar en castellano neutro, pero deja de ser una preocupación con el paso de las escenas.
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