Segundo largometraje de Matías Piñeiro. Como en su anterior film, El hombre robado (2007), el prócer Domingo Faustino Sarmiento está presente, aunque esta vez no tanto.
Acá tenemos a un grupo de jóvenes de entre veinte y treinta años disfrutando de una casa en las afueras de la ciudad en donde la mentira y en los enredos están presente.
Asemejándose más a un comedia al estilo del francés Eric Rohmer, Piñeiro crea este relato lleno de diálogos de tono intelectual con actores que se destacan pese a la frialdad de la dirección ejercida hacia ellos que busca respetar los diálogos.
Como en los largometrajes galos clásicos, el reparto está elegido más por su fisonomía que por su talento, de todos modos se destacan.
Muy cuidado es el guion, aunque con escenas que podrían haberse ahorrado o no aparecido de tal manera, como cuando suben a un árbol. La puesta de cámaras es, en muchos momentos, de usar planos secuencias muy prolijos, existe la duda de que si es porque están pensados como aporte teatral en lugar de cinematográfico porque lo único sirve para mostrar entradas y salidas de personajes.
Entre la comedia (intelectual) y el drama, Todos mienten (2009) es algo recomendado para quienes quieran ver otro cine. Y para el director, una evolución.
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