Hay un subgénero en argentina que podríamos etiquetarlo como “cine con vecinos”. Películas que se hacen en ciudades del interior en donde participan ciudadanos tanto en el reparto como en el equipo técnico.
Esa movida nacida en Tandil, continuada en otras partes, se hace presente en Una rosa sobre el piano (2008) la historia del reencuentro entre un hombre de unos cincuenta sesenta años y su profesora de piano durante su infancia, mucho más mayor que él.
La profesora era la mujer más hermosa del pueblo y al enamorarse de un empleado del campo de su padre no le queda otra que irse para no poder casarse con él.
Pero la película no se concentra solo a esta historia a contar sino que posee historias paralelas y estas le hacen jugar en contra en el sentido que prolonga la duración a 152 minutos, no son fuertes y distraen mucho, más aún que la estructura de montaje se parece más a un producto televisivo, eso de dejar de lado personajes bruscamente para ir a otros, sin marcar cierta tensión necesaria.
Es “cine con vecinos” por lo que hay algunas actuaciones malas y otras buenas. Hay ganas de intentar hacer algo en equipo y pasarla bien como hacer un buen producto. Pero, lamentablemente, hay problemas varios, detalles que se podrían catalogar detalles inocentes para el guion y malos diálogos, cosas ya vistas en muchas películas y un final obvio que lo desarrollan de muy mala manera.
Por mi parte espero ver mejores cosas de la gente de San Nicolás que realizó de esta película para el futuro porque se que le viene bien a ellos y su ciudad. Y como autocritica a mí, quisiera recordar los nombres de las actrices que me gustaron su trabajo, como la “gordita” que se enamora del “amigo” del vecino y el de la sobrina de la protagonista, porque sus interpretaciones llaman la atención.
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