No es frecuente ver en el cine argentino humor negro, o intentos de eso. Son tan contados los casos que se puede decir que es una materia demasiado marginal tanto por el público como por los realizadores.
Un ejemplo más es Luisa (2008), ya que lo que busca en su duración es tomarse sin dramatismo la situación del personaje, encarnado por Leonor Manso, quien, durante un comienzo muy prometedor, la conocemos como una mujer muy pulcra debiendo a que no quedó bien psicológicamente tras perder a su familia en un accidente. También la vemos en mala racha al perder su trabajo en negocio de urnas fúnebres del cementerio como el de empleada de limpieza de departamento de una popular diva (muy buena la actuación de Ethel Rojo), de descubrir a gato muerto y de no contar con dinero suficiente para vivir. Es ahí cuando empieza la aventura de esta mujer, quien decide ser mendiga en estación de subte y, de ahí en más, quiere empezará una aventura personal.
Pero las muy buenas intenciones, las muy buenas ideas, no se renuevan en otras haciendo reiterativa a la historia, quedándose en la parte de ella intentando mendigar, olvidándose del humor y hasta siendo filmada a veces con un mal tratamiento de imagen (van apareciendo tomas en injustificada lente angular como cámara en mano).
Sin embargo, en Luisa se aprecian estas excelentes ocurrencias que, pese a que se lamenta de sus tropiezos, auguran un buen futuro tanto para el director Gonzalo Calzada como para la guionista Rocío Azuaga, ambos debutantes. También se destaca la labor de Jean Pierre Reguerraz, como el mendigo Horacio, en su última película realizada antes de su muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.