El mundillo de Hollywood, directores y productores se enfrentan para ver quien tiene la edición final de un film, lo que se dice “corte final”.
Cuando un director no tiene una reconocida trayectoria artística y comercial, o produce sus propias historias, debe lidiar con los productores, sus jefes, para conseguir un resultado que satisfaga a él como a sus superiores, lo que podría ser un premio consuelo.
Para aquellos que no puedan conseguir un buen desenlace de esta negociación, en 1967, el Sindicato de Directores de E. E. U. U. creó un seudónimo para reemplazar el nombre de sus sindicalizados en los créditos, como una especie de máscara para no arruinar el futuro de su carrera. Ese nombre falso es Alan Smithee, un anagrama de “The Alias Men” (los hombres apodo).
El uso de éste está permitido por una cláusula obligatoria en los contratos. En el noventa por ciento de los casos donde se usan, las películas resultan ser muy malas.
Por esto, se puede ver este nombre en títulos que se consiguen en video o DVD, como La historia de O. J. Simpson (The O. J. Simpson story, 1995) y las secuelas de grandes films de terror Los Pajaros 2 (The byrds 2: Land`s end, 1994) y Hellraiser 4 (Hellraiser 4: Bloodline, 1996) como en series de televisión, Macgiver por ejemplo, y en videoclips, como So help me girl de Gary Barlow.
También se usa este nombre cuando los realizadores no acordan con la versión para televisión, como Michael Mann con Fuego contra fuego (Heat, 1995), o la exhibida en aviones porque contienen escenas que transcurren en ese medio de transportes, como Perfume de mujer (Scent of a woman, 1992) y ¿Conoces a Joe Black? (Meeting Joe Black, 1998) dirigidas por Martín Brest.
En 1997, se estrena una comedia que parodia la historia de este seudo-director. Arde, Hollywood, Arde: una película de Alan Smithee (An Alan Smithee Movie: Burn, Hollywood, burn, 1997) dirigida por el responsable del clásico romántico Love Story (Love Story, 1970), Arthur Hiller. Lo curioso es que como ganó el corte final de Joe Eszterhas, guionista del film y de Bajos instintos (Basic instinct, 1992), Hiller, respetado en la industria, decidió no hacerse cargo y darle, paradojicamente, el crédito a Smithee.
Pero esto no fue lo único saliente de este pésimo producto sino que, pese a haber sido un fracaso comercial, dio a conocer a muchas personas sobre su existencia, por lo que, para la siguiente vez, el sindicato de directores tuvo que crear un nuevo alias que no sea fijo ni anagrama ni nada, matando así a Smithee. Y eso pasó con Supernova: Amenaza Solar (Supernova, 1997), de quien Walter Hill, el mismo de 48 Horas (48 Hours, 1982), dejó el proyecto como el que lo continuó, Francis Ford Coppola.
Hoy, se lo usa a modo de broma en miles de films y series. Pensar que la primera vez que se utilizo este crédito un periodista del The New York Times elogió a su opera prima, Death of a gunfighter (1969).
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