Once (2006) (en inglés, una vez) es una de las películas más importantes de los últimos tiempos. No creo en exagerar al decir esto, ya que tiene motivos suficientes para destacarse y diferenciarse de otras.
Filmada con dos cámaras digitales y con actores que en realidad son músicos, esta película irlandesa cuenta la historia de un cantante callejero que conoce a una chica inmigrante que se le acerca y, así, entablan una relación unida por la música.
Once no es una muy buena película por haber sido hecha con poco presupuesto, es muy buena por su buen guión, su muy buena dirección, sus muy buenas actuaciones y canciones. Pero lo que más se resalta es su otra forma de contar una historia musical. Las canciones están al servicio de la historia, no busca usar coreografías ni estética de videoclip (aunque en un momento de plano secuencia parece utilizar estos elementos).
La historia es muy recomendable para todo público y no molesta el hecho de los planos mal encuadrados, ya que le da cierta naturalidad a la historia. Prueba de ello es que gustó en todo el mundo.
A tal punto que Bob Dylan invitó a los actores/interpretes a que lo acompañaran de gira y tocasen antes que él.
Una obra maestra que merece ser vista por todos y que debe salir en DVD para que la gente también la atesore.
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