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jueves, 2 de abril de 2009

Crítica a film argentino: Rodney, de Diego Rafecas

Diego Rafecas realizó Un Buda (2005); Un buda fue estrenada en cines; La crítica fue lapidaría con la película; La gente no fue a verla; El la vendió muy bien a otros países; Un buda se dio a conocer en DVD; Mucha gente la vio por ese medio; A algunos le gustó y a otros no. Por todo esto había cierta expectativa con su nueva película, Rodney (2009). Por mi parte, buscaba que su segunda obra no sea tan mala como la anterior.

Animándose al relato coral, lo que se dice una historia con muchos personajes centrales, Rafecas muestra al bar Rodney, ya homenajeado por La Portuaria en una canción, como núcleo central de las diferentes historias.

El problema principal es que los personajes, y hasta diálogos, sirven para denunciar ciertas cosas, pero lo estereotipado, lo no gris, de estos caracteres le juega muy en contra.

Ya en su anterior largometraje el director y guionista buscaba preocuparse por mencionar temas, hasta gratuitamente. Por ejemplo en una parte aparece un indígena solo para hablar, por lo menos unos minutos, de estas comunidades. Ahora, En Rodney, esta característica se ve potenciada y hace recordar a cierto cine post-democracia donde, por denunciar, la narración se transformaba como en una descripción por el mero hecho de no avanzar, o desviar, el relato.

Volviendo al film, que cuando quiere contar un chiste o situación graciosa le sale muy mal, hay fallidos momentos de montaje paralelos y tomas cuyo fuera de foco estoy rezando para que sean errores del proyectorista y no del foquista o camarógrafo.

La voz en off del chico, interpretado por el hijo de Rafecas, esta mal dirigida y mal escrita, por lo que aburre. La elección de este joven actor podría tener el punto a favor de su mala pronunciación, su seseo, lo cual le daría cierto toque de naturalidad. Pero al ver todos los minutos del largo, uno descubre que fue solo por querer hacer aparecer a su familiar (lo cual no es malo, pero sí el cómo)

El final se acerca y uno, lamentablemente, espera a que acabe pronto la película. Por desgracia, también, el final es peor.

Lo único bueno que rescato es a Daniel Fanego como el dueño del bar y que Rafecas haya querido interpretar a un personaje que es todo lo contrario al “héroe”, por llamar así a esta persona sin imperfecciones de Un buda.

Este año Rafecas promete estrenar Paco. Yo, pese a mis dudas, cruzo los dedos para que le vaya bien.

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