El asaltante (2007) es atípica en el cine, no solo en el argentino.
En la primera escena observamos a un hombre de unos 50, 60,años viendo a unos niños bajar de autos caros para entrar a la escuela, sin dudas, privada mientras toma un jugo en envase de cartón. Pero al rato, lo vemos entrar a la institución, perseguido por una cámara que hace un plano secuencia, anunciándose como padre que viene a inscribir a su hijo. La larga toma se interrumpe cuando éste entra a una oficina, para iniciar otro de similar característica. Palabras más, palabras vienen, se descubre otro rasgo de él, no tiene miedo a la hora de apuntar su revolver para pedir la recaudación. Dicho plano secuencia, aunque cometa el error de encuadrar a quien habla, nos tensiona. Más aún cuando el criminal parte del lugar con su motín mientras lo persigue la cámara.
De allí en más, Pablo Fendrick usa el plano secuencia para agregar más suspenso en ciertas escenas y planos de corta duración en otros momentos para que el espectador descanse durante el muestreo de situaciones delictivas de una jornada, hábil decisión del debutante.
También es muy bueno saber que las filmaciones, realizadas por el mismo Frendick y por Cobi Migliora, no comete fuera de foco notorio, que el guión sólo prefiere destacar que el protagonista le gusta el té en lugar de ahondar en detalles y que los actores se luzcan muy seguros entre toma y toma.
El desenlace es inesperado y es como un remate de un chiste, como el de Nueve reinas, y sorprende tanto como todo su metraje.
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