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jueves, 12 de marzo de 2009

Critica a film argentino: Amorosa Soledad, de Victoria Galardi y Martín Carranza

Era sabido que Amelie (Le fabuleux destin d`Amelie Puolain, 2001) iba a ser homenajeada en el cine argentino, por lo menos de alguna manera. La película francesa es muy buena y varios la tienen como favorita.

En Amorosa Soledad (2008), la referencia es constante: la protagonista es una mujer; la misma es flaca, con un rostro llamativo y pelo no tan largo; las calles de Buenos Aires se parecen a las de París y pertenece al género comedia romántica, aunque no con la misma estructura ni cantidad de ideas que el fim base.

Soledad, encarnada por Inés Efron, es una chica dejada por su novio que trata de recomponer su vida, a pesar de sus síntomas hipocondríacos y de la sobreprotección de sus acaudalados padres, divorciados ellos, en toda su vida, lo que le generó una inseguridad personal.

Es parte de la nueva camada de románticas que se hacen en Argentina, moda que, se puede decir, arrancó con el inesperado éxito de No sos vos, soy yo (2004) y que siguen con, la ya estrenada, Motivos para no enamorarse (2008) y, la pronta en estrenar, Música en espera (2009).

Lamentablemente, los problemas de esta historia son varios. El que tiene relación directa con la historia del cine argentino, como por genética, es el de la falta de humor. No existe una tradición como el inglés, el italiano o el español, y cuando un film los posee, salvo raros casos, es porque funcionaron en otras películas, como plagios. En esta producción, pasan muchas cosas que no generan ni una sonrisa y, cuando se ve que viene una posibilidad para que esto ocurra, más que matar el chiste, lo abortan. Ese sería el caso, por ejemplo, cuando Soledad pone un mantel con adornado con velas en el inodoro que no funciona y que, luego, reemplaza a éste por el bidet (¿Acaso una mujer sólo orina?). Y cuando aparece el chiste de que ella espera a un pediatra para atenderla, ya es tarde para que funcione.

Pero más allá de ésto, el guión es una cadena de sucesos que no se desarrollan con creatividad, ni en frases ni en momentos que uno pueda recordar en algún momento de la vida del que la vio. Es como sentarse en la vereda de un pueblo con mate y termo (lo que sería un pochoclo en el cine) y esperar a que pasen los autos para verlos, si es que pasan.

Si la película no resulta un tedio es por su protagonista, quien compone perfectamente un papel cuyo guión no define claramente. La música incidental, parecida por momentos a la que compuesta por Badly Draw Boy para Un gran chico (About a boy, 2002), es otro punto a favor.

Esperemos que con la segunda película de estos directores debutantes, juntos o separados, le salgan mejor las cosas.

Posdata: Rizoma Films es una de las productoras más importantes de la cinematografía argentina. Es decir, podrían jugarse un poco más y hacer una presentación creativa y no una placa negra letra con letras y logo impresos en blanco, ¿No?

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