Cuando el cine empezó a ser algo para el análisis, se empezó a usar diferentes etiquetas para tratar de explicar, en breves palabras, de que va la película. Así fue como nacieron los subgéneros, buscando o no discriminación para con la obra.
Más allá de que si se pueda hacer daño al film o a quienes lo hacen, es útil usar estos nombramientos. Podemos decir que existen historias cinematográficas de “Zombies” como de “Gente inmortal”, de “Nazis” como de “Judíos”, de “Policías Solitarios” o de “Buddy Buddy” (parejas policiales desparejas) y así seguir con el listado.
Un subgénero muy común, sobre todo en los últimas décadas, es el “Gay”, aquellos cuya temática principal se basa en la homosexualidad, pero éste es confundido con el “Queer” (marica, en inglés) que no es lo mismo.
Si bien, entre la gente, un gay suele ser marica (esto es si hablamos de un hombre, por supuesto) en la jerga del cine “Queer” se denomina a aquellos films dirigidos por “salidos del placard”, aunque no se traten de historias de homosexuales.
Por ejemplo, Alejandro Amenabar, quien confesó ser gay, realizó todas sus historias con temática heterosexual, como Abre los ojos (Abre los ojos, 1997) y Los Otros (The Others, 2001), por lo que son, sus films, “Queer” pero no “Gay”. En cambio, títulos como Los muchachos no lloran (Boys Don`t cry, 1999) y La mala educación (La mala educación, 2004) son “Gay” y “Queer” a la vez.
Un director hetero que suele hacer películas Gay y de alcamada calidad es Ang Lee. El banquete de bodas (Xi yan, 1993) y Secreto en la Montaña (Brokeback mountain, 2005) será sólo “Gay” al menos que su director, casado desde 1983, confiese su preferencia sexual hacia hombres.
Esto, vuelvo a repetir, nos sirve explicar ciertas cosas a fin de analizar. Si hay discriminación, forma parte de la persona que usa los términos creados y/o quien los oye.
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